Las lágrimas caían sobre el ceniciento suelo: ya era tarde para volver
atrás, para vernos de nuevo. Todo había pasado tan rápido que ni me dio tiempo
a soltarte aquellas palabras bonitas, sólo para los valientes, para aquellos
tan atrevidos y sin pelos en la lengua.
Yo no era de ésos, no me atrevía
a decirte te quiero ni siquiera en tu propia lengua; no tenía valor
suficiente. Sólo quedan simples recuerdos: aquellas veces que te miré y no te
diste cuenta, cuando te introducías en las conversaciones y me hacías soltar
carcajadas, suspirando; y, sobretodo, nuestra fría despedida: todo estaba
oculto para ti, ni siquiera te diste cuenta cuando nos estrechamos velozmente
las manos.
Si miro de nuevo al cristal,
lloraré y gritaré muy arrepentido, triste. No tuve el valor suficiente, y si lo
tuve, no lo supe apreciar. Quizás volvamos a vernos algún día, quizás; pero el
destino decide, no yo. Si por mí fuese, volvería a mirarte y sonreírte,
diciéndote lo que no sabes; pero eso no va a pasar, nunca pasará.
Un inicio de blog muy prometedor :) Sigue así ^^
ResponderEliminarHacía mucho que no leía nada tuyo y la verdad es que tu mejora se nota y mucho ;)
ResponderEliminarSigue escribiendo así y no pares nunca ^^
Un fuerte abrazo,
María
Lo que esperaba leer, este estilo sencillo y rápido...
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