Ya no era
aquel crío que solía creer en los Reyes Magos, en el Ratoncito Pérez y en los
demás; era frío, no mostraba casi nunca ningún tipo de sentimiento hacia nadie
y por eso, suelo arrepentirme. A veces, me repito que debería de haber pensado
en lo que podría haber pasado en vez de haber actuado, porque uno suele
arrepentirse tarde o temprano.
Y así
fue. Fuera como fuese, recibí una mala recompensa, un premio que a nadie le
gustaría que le tocara; tal vez el karma quisiera que pasara por haber sido
malo y no haber aprovechado una despedida. Desde ahora sé que todas las
despedidas pueden ser las últimas, o que un saludo puede llegar a no repetirse. Supongo
que ahí fue cuando acabó mi primer libro, donde puse punto y final y pasé a una
página en blanco que no tenía nada escrito, sino que debía de ser yo quien lo
hiciera.
Me gusta mucho cómo te expresas. Se nota que te sale del corazón.
ResponderEliminar¡Un beso!
Es lo primero que leo de ti y me gusta.
ResponderEliminarSigue así.
Saludos.