viernes, 4 de julio de 2014

Mensaje a la deriva.

Mentiría si no dijera que eras importante, que no derramé lágrimas por ti, sonreí y reí a carcajadas leyendo tus bromas, o que me mordía el labio cada vez que algo bonito surgía de ti y me lo escribías, haciéndome sentir cada vez más. Un libro en su final decía que se sentían infinitos y yo, en esos instantes, cuando veía que me escribías o me contestabas, también creía sentirme así. Era imposible no dejar de pensar en ti, es más, si no lo hacía, era como si me hubiesen puesto un castigo, algo que me prohibieron aunque, de una manera u otra, quisiera seguir haciéndolo.

      Sí, era bonito mientras duró, mientras aunque pudiera parecer extraño, estábamos enamorados. Estábamos. A veces me cuesta tanto volver a pensar lo que podría haber sido y no fue, el pasado que habíamos tenido y el futuro que tendríamos. Pero esto ya no puede ser posible, aunque yo quiera, aunque tú lo desees. Cada uno se fue por una dirección: yo por la izquierda, tú por la derecha; será difícil volver a vernos. Conforme pase el tiempo y sigamos caminando en línea recta, donde no llegaremos a mucho, giraremos y, aunque no lo creas, nos encontraremos. No será fácil sonreírte, ya no; ni hablarte. Si no decimos nada será lo mejor, cada uno que continúe su camino.

      Lo hecho, hecho está. Ahora, cierra el libro e inicia un camino hacia otro nuevo destino, será lo mejor. No vuelvas a evocarme aunque lo desees, no me llames, no me escribas... si lo haces, yo pasaré de ti, al igual que hice hace tiempo con la página que me quedé atascado durante mucho tiempo, siempre en el mismo momento, en la misma línea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario