Mentiría si no dijera que eras importante, que no derramé lágrimas por ti, sonreí y reí a carcajadas leyendo tus bromas, o que me mordía el labio cada vez que algo bonito surgía de ti y me lo escribías, haciéndome sentir cada vez más. Un libro en su final decía que se sentían infinitos y yo, en esos instantes, cuando veía que me escribías o me contestabas, también creía sentirme así. Era imposible no dejar de pensar en ti, es más, si no lo hacía, era como si me hubiesen puesto un castigo, algo que me prohibieron aunque, de una manera u otra, quisiera seguir haciéndolo.

Lo hecho, hecho está. Ahora, cierra el libro e inicia un camino hacia otro nuevo destino, será lo mejor. No vuelvas a evocarme aunque lo desees, no me llames, no me escribas... si lo haces, yo pasaré de ti, al igual que hice hace tiempo con la página que me quedé atascado durante mucho tiempo, siempre en el mismo momento, en la misma línea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario