viernes, 19 de septiembre de 2014

Y... ¿qué fue de ti?

Se acabó. No puedo más; no es el momento adecuado para continuar. No ha salido como esperábamos, ¿no? Todo se ha derrumbado, nuestro castillo en el aire ha desaparecido entre las nubes, y ya no hay espacio libre en el que se le pueda reconocer con facilidad. Todo se perdió, se acabó. No es que fuese de culpa de alguien, fue más bien la chispa, la cual se apagó con un soplo; en realidad, no es tan fuerte como nuestro chocar de manos mientras caminamos, o el sonido de nuestros besos.

Hace tiempo que el reloj no se paraba, que las risas no callaban, que no entraba tanta luz. Hace tiempo que creía que no podía ser. Pero fue: el reloj paró a medianoche, cual Cenicienta perdiendo su zapato; las risas callaron y las lágrimas sustituyeron tardes en paisajes bonitos junto a ti; cerré la ventana porque no podía ver a través de ella, todo me recordaba a ti, cada cosa era algo de ti —siendo algo un sentimiento o una parte de ti—.

Estaba ciego, perdí emociones que no recuperé, tiempo que desprecié, gente a la que apreciaba... todo por ti. Pero aunque sientes que tiemblo del miedo de aquello pasado, prometo que he pasado una página de mi vida y que ya eres pasado, aunque a veces evoque tu recuerdo y te añore, aunque aún siga una pequeña espina ahí clavada, incapaz de deshacerse de ella. ¿Dónde se quedó el fueron felices y comieron perdices?

Y, sobretodo... ¿qué fue de ti?