miércoles, 21 de mayo de 2014

Despedida.

Las lágrimas caían sobre el ceniciento suelo: ya era tarde para volver atrás, para vernos de nuevo. Todo había pasado tan rápido que ni me dio tiempo a soltarte aquellas palabras bonitas, sólo para los valientes, para aquellos tan atrevidos y sin pelos en la lengua.

    Yo no era de ésos, no me atrevía a decirte te quiero ni siquiera en tu propia lengua; no tenía valor suficiente. Sólo quedan simples recuerdos: aquellas veces que te miré y no te diste cuenta, cuando te introducías en las conversaciones y me hacías soltar carcajadas, suspirando; y, sobretodo, nuestra fría despedida: todo estaba oculto para ti, ni siquiera te diste cuenta cuando nos estrechamos velozmente las manos.               
     

    Si miro de nuevo al cristal, lloraré y gritaré muy arrepentido, triste. No tuve el valor suficiente, y si lo tuve, no lo supe apreciar. Quizás volvamos a vernos algún día, quizás; pero el destino decide, no yo. Si por mí fuese, volvería a mirarte y sonreírte, diciéndote lo que no sabes; pero eso no va a pasar, nunca pasará.

3 comentarios:

  1. Un inicio de blog muy prometedor :) Sigue así ^^

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  2. Hacía mucho que no leía nada tuyo y la verdad es que tu mejora se nota y mucho ;)
    Sigue escribiendo así y no pares nunca ^^
    Un fuerte abrazo,
    María

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  3. Lo que esperaba leer, este estilo sencillo y rápido...

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